“Son de otra raza que la que usualmente se llama blanca;
de otra raza más blanca, y están alimentados
de leche condensada y harina lacteada”
Ramón Gómez de la Serna

LOS TOREROS DE LA VIDA

Estén fuera o dentro de la carpa de cualquier modo se respira la arena húmeda de la pista.Abrigados por luz y sombra, son espectros con matices de torpeza sumergidos en trapos multicolor son arte y oficio donde la vida es drama detrás de su figura y estulticia que busca hacernos reír. Deben estar llenos de valor en esta profesión para saber quedar como un idiota(como diría Stan Laurel). Pero...¿Qué no es así la vida misma?, ¿Una tanda dónde el ser humano es protagónico de su felicidad, miseria, sueños y desdichas?

El payaso es uno de los actores dentro escenario. Podríamos decir que en el teatro surge la vida misma y el mundo donde depositamos nuestros miedos y alegrías, mitos y sueños, dioses y monstruos. Es la oportunidad de romper con el hilo de la cotidianeidad y esa realidad tan rigurosa.

Todos participamos en el espectáculo que nos ofrenda la vida. Nos vestimos con máscaras para la ocasión. Como dijo Oscar Wilde “portamos una máscara para presentarnos en sociedad” bien o mal lo hacemos para agradar, enamorar y de igual –manera hacernos odiar y aborrecer, llegamos a ser fantoches con cabezas de algodón de azúcar.

Más allá de que nos digan “eres un payaso” y ”ésas son payasadas” la cuestión es ponerle sazón a la vida, es sacar sin miedos o restricciones todo tipo de incoherencias , tener esa libertad de niños al hacer o decir cualquier cosa para liberar el espíritu. Como payasos satirizamos el mundo para construirlo a carcajadas. Risas, carcajadas, risas y una que otra fuga de lluvia...

No hay cosa más humana y liberadora que reír y llorar. Los hombres necesitamos estallar; Reír para comprender, crecer, conocer y asimilar situaciones del mundo. Cosa fisiológica o no todos reímos desde que somos bebés, nadie nos enseñó a hacerlo, sólo ocurrió de repente. Entonces el reír podría presumirse que está sumergido en inocencia y espontaneidad, porque no hay nada más triste y tétrico que un clown de carcajadas obligadas y sin convicción.

Este híbrido de arlequín y bufón puede ser un farsante, un bufón que es lo mismo que un truhán (el que se ocupa de hacer reír). A veces payaso es sinónimo de mamarracho, alguien informal que no merece respeto. ¿Pero acaso no estos seres son eso que nos gustaría ser? Esos personajes quijotescos que ignoran el peligro llenos de sentimientos, valor y verdad. Nunca o casi nunca nos atrevemos ante los demás a actuar como lo hacemos a solas frente al espejo del baño.

Ser payaso o tener un payaso dentro es un don, un privilegio. El ser gracioso y mirar las situaciones como retos para volvernos más fuertes donde el tiempo y espacio se paraliza, es hacerse dueño de mundos duales donde la tristeza y la felicidad caben en el mismo tintero. Es la oportunidad de decidir con cuál traje se vestirá día con día =O).

*Raquel Pastel*

Comentarios

Saludos Pasteliux!!! Soy tu primiux Erki. Me encanta como escribes, eres verdaderamente una mente fuera de serie. Ya te extraño otra vez, y espero que nos veamos pronto. Me gustó eso que dijiste del payaso, yo me siento un payaso, pero prefiero mi pseudónimo "loco." Gracias por compartir...

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